En el mundo hay unas
cuantas “ciudades – museo” que a lo largo de cientos de años
(miles en algunos casos) han acumulado un abrumador patrimonio de
espacios públicos, edificios singulares y obras maestras del arte
universal.
Sin duda, Florencia es
una de esas ciudades. Por sus calles y plazas pasearon algunos de los
más grandes genios de la cultura occidental como Miguel Ángel,
Bruneleschi, Rossini,
Dante, Botticelli, o
Leonardo.
Cada año, millones de
turistas abarrotan esas mismas calles pero, lamentablemente, son
pocos los que, en su deambular junto a la orilla del Arno
de camino al Ponte Vecchio o la Plaza de la Señoría, visitan un
edificio de tres plantas pegado a la Galería de los Uffici, a pesar
del original y llamativo reloj de Sol situado frente a su puerta
principal. Es el Museo de Historia de la Ciencia. Aquí se exponen
tesoros que no son obras de arte (estrictamente hablando), sino
instrumentos con los que varias generaciones de investigadores han
intentado descubrir los secretos de la Naturaleza.
Las
piezas centrales de la colección son el legado de otro genio que
vivió y trabajó en la ciudad: Galileo Galilei.
Prácticamente
toda persona interesada en temas astronómicos sabe que Galileo fue
el primero que observó el cielo a través de un telescopio y el
primero que se atrevió a publicar lo que veía, un atrevimiento que
le costó muy caro.
Busto de Galileo en la sala donde se exponen sus telescopios y otros materiales relacionados con su vida y su obra |
Hace
más de 400 años, con unos conocimientos de óptica ciertamente
rudimentarios y herramientas de la época, Galileo se las arregló
para tallar sus propias lentes y para colocarlas en los extremos de
tubos, que también construía él mismo, a las distancias adecuadas
para obtener imágenes relativamente nítidas.
En
el Museo de Historia de la Ciencia de Florencia se expone lo que ha
llegado a nuestros días de los telescopios que construyó Galileo:
un telescopio completo, con su objetivo y ocular, un telescopio con
objetivo pero sin ocular, y una lente usada como objetivo (rota en
fecha indeterminada)
Telescopios y lente original de Galileo |
En
la misma sala, junto a los telescopios se encuentran otras creaciones
de Galileo menos conocidas:
El
Jovilabio, un calculador para conocer las posiciones de las lunas de
Júpiter en un momento determinado
El
Compás Militar, una herramienta que permitía resolver, entre otros,
los cálculos relativos al disparo de las piezas de artillería.
El compás militar |
El Jovilabio |
Y
reproducciones de instrumentos usados en sus estudios sobre la caída
de objetos, que le permitieron enunciar el Principio de Inercia,
también conocido como Primera Ley de Newton.
Los
restos de Galileo reposan hoy en la nave principal la Iglesia de la
Santa Croce, (también en Florencia, frente a la tumba de Miguel
Ángel), pero debido a sus desavenencias con el Vaticano, no siempre
han descansado en paz. En 1737 fueron exhumados y se procedió a
extraer los huesos de los dedos índice y pulgar de la mano derecha,
que se exponen en la misma sala que los telescopios, como si se
tratase de las reliquias de un santo.
El
Museo de Historia de la Ciencia expone otras piezas de gran valor
histórico, como astrolabios, cuadrantes, relojes de Sol y otros
telescopios desde los siglos XV al XIX.
El
centro histórico de la ciudad de Florencia fue declarado Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO en el año 1982.